miércoles, 19 de junio de 2019

Hagamos patria con el fútbol

No sé quiénes son. No los conozco.
Jugaron dos meses en Racing, en Central, en Banfield. Los compró algún equipo de Europa, y hoy representan al país.
A Otamenti, que tiene nombre de sanatorio, lo vi jugar por primera vez en el Mundial 2010 cuando Maradona lo puso de lateral, y Alemania nos metió cuatro y nos eliminó. Lo pasaron como alambre caído. Ese tipo, de pelo blanco, que nunca jugó en nuestro país, que nunca ganó nada (al menos acá, en Europa no me importa), es el 2 de la selección Argentina.
No hay que ser muy inteligentes para darse cuenta de que hacen todo mal.
Hoy Argentina puede ganar, perder o empatar. Es Paraguay, no Alemania o Brasil.
Pero con este equipo no llegamos a instancias finales ni a cañonazos.
Somos el país con el campeón y subcampeón de la Copa Libertadores de América. Y de esa final sólo juega Armani.
Propongo que la Selección esté compuesta sólo por jugadores del fútbol local. Ganamos, perdemos. No importa.
Pero es una forma de hacer patria, de incentivarlos a quedarse, y a hacer del nuestro, un país más grande.
Empecemos por el fútbol.
Después serán los científicos, los artistas, y así.

lunes, 28 de enero de 2019

¡Buena suerte!

Con el asunto de Venezuela, y consumiendo las informaciones cruzadas acerca del tema, llegué a una pequeña pero importante conclusión. Creemos que tenemos la posta, que somos los dueños de la verdad, que nuestras inclinaciones políticas son resultado de nuestro análisis objetivo de la realidad, pero ninguneamos la variable más importante a la hora de nuestra toma de decisiones: el azar. "No subestimes mi inteligencia", repite un gruñón coforista que participa en el Foro de ex alumnos del CNBA. Y yo respondo: claro que la subestimo.
En la balanza de nuestras decisiones, siempre será más pesada la bandeja emocional que la racional. Nacemos con un ADN azaroso; no elegimos a nuestros padres ni a nuestra familia; no elegimos con quien nos vamos a cruzar en la vida;  no elegimos a nuestros compañeros ni a nuestros maestros; nada de lo aprendido en nuestra primera infancia, lo cual sentará las bases de nuestra vida futura, fue elegido deliberadamente. Como dije, la afinidad política y las posturas en la vida tienen más que ver con nuestra historia personal y emocional, que con nuestra capacidad de abstracción y razonamiento.