lunes, 28 de enero de 2019

¡Buena suerte!

Con el asunto de Venezuela, y consumiendo las informaciones cruzadas acerca del tema, llegué a una pequeña pero importante conclusión. Creemos que tenemos la posta, que somos los dueños de la verdad, que nuestras inclinaciones políticas son resultado de nuestro análisis objetivo de la realidad, pero ninguneamos la variable más importante a la hora de nuestra toma de decisiones: el azar. "No subestimes mi inteligencia", repite un gruñón coforista que participa en el Foro de ex alumnos del CNBA. Y yo respondo: claro que la subestimo.
En la balanza de nuestras decisiones, siempre será más pesada la bandeja emocional que la racional. Nacemos con un ADN azaroso; no elegimos a nuestros padres ni a nuestra familia; no elegimos con quien nos vamos a cruzar en la vida;  no elegimos a nuestros compañeros ni a nuestros maestros; nada de lo aprendido en nuestra primera infancia, lo cual sentará las bases de nuestra vida futura, fue elegido deliberadamente. Como dije, la afinidad política y las posturas en la vida tienen más que ver con nuestra historia personal y emocional, que con nuestra capacidad de abstracción y razonamiento.